Júpiter es una de las claves que permiten entender el origen de la vida en la Tierra. Siendo el quinto planeta de nuestro sistema solar, es un gigante gaseoso cuya formación incluso es más antigua que la del propio sol. Puede decirse incluso que la importancia de Júpiter es crucial para nuestro planeta puesto que aún en la actualidad lo protege de innumerables peligros.
¿A qué se debe esta importancia? ¿Por qué Júpiter desempeña un rol fundamental para nuestro planeta y la vida tal cual la conocemos? ¿Qué pasaría si no se encontrara en el sistema solar? Estas preguntas han inquietado a científicos durante décadas y por suerte, hay varias respuestas posibles. En estas se evidencia la preponderante importancia del gigante gaseoso. Siendo parte de un sistema y no un cuerpo aislado, la presencia de Júpiter dentro del mismo tiene efectos sobre sus planetas vecinos. En nuestro caso, estos efectos resultan necesarios.
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Importancia de Júpiter en el origen de la Tierra
Por muchas explicaciones que hallemos el origen de la Tierra no deja de ser fascinante. Aún cuando existan varias teorías que despojan de carácter divino o metafísico el origen de la vida en nuestro planeta y el origen del propio universo, sigue persistiendo algo inquietante de fondo.
Ese profundo sentimiento que genera inquietud tiene su justificación. Puede que se deba a que, incluso aduciendo a razones científicas para explicar nuestro sistema solar, son muchas las coincidencias o los “milagros”, para que un planeta como el nuestro haya tenido su aparición. Uno de esos hechos poco probable pero cruciales no es otro que la formación de un planeta como Júpiter.
En el 2017 Thomas Kruijer, investigador de la Universidad de Münster, Alemania, halló indicios de que la formación de Júpiter pudo ser anterior a la formación del sol.
Por otra parte, otras teorías como la llamada wandering Jupiter también le dan un rol importante al planeta gaseoso para la formación de nuestra Tierra. En concreto, la teoría wandering Jupiter postula que el gigante gaseoso actuó como barredor de los primeros planetas que circundaban al sol propiciando el orden del sistema solar que conocemos en la actualidad.
La gran influencia de este planeta habría sacado a pequeños planetas de órbita e incluso varios de ellos pudieron haber colisionado dando lugar a nuevos cuerpos celestes. Esta teoría además permite explicar porque los planetas pequeños como Tierra, Venus y Marte son más “jóvenes” que los planetas gaseosos (Júpiter, Urano, Neptuno, Saturno).
¿Un guardaespaldas interestelar?
Pues bien, según los indicios Júpiter parece haber desempeñado un rol principal como ordenador de nuestro orden cósmico. En tal sentido no deja de ser elocuente que los antiguos romanos le hayan asignado su nombre al dios Zeus, símbolo de orden, razón y poder. No obstante, al igual que la deidad greco-romana, Júpiter también se caracteriza por ser protector y verdugo. En efecto, aunque la idea del gigante como guardián de la Tierra ha sido muy popular, recientemente también se han propuesto ideas contrarias a esta visión.
Entonces, si bien es cierto que Júpiter ha interceptado cuerpos celestes de gran velocidad que sin su presencia hubiesen impactado en la Tierra sin remedio alguno, algunos estudios han sugerido exactamente lo opuesto. Por su gran volumen, podría ser la causa de que en el sistema solar persista una gran cantidad de asteroides susceptibles de precipitarse hacia la Tierra.
El llamado cinturón de asteroides, que divide a los planetas “rocosos” de los gaseosos, según estos enfoques serían el resultado de la gran influencia de cuerpos como Júpiter y Saturno. Estos últimos habrían impedido la formación de nuevos cuerpos celestes, siendo estos “posibles planetas” reducidos a un conjunto de cuerpos aislados que podrían salir de órbita en algún momento.
El planteamiento de esta situación deja en una zona gris a Júpiter, al menos como guardián. Sin embargo, no son datos que nieguen el hecho de que dicho planeta nos haya defendido realmente. Por ejemplo, en 1994 Júpiter absorbió al cometa Shoemaker-Levy 9 tras haberlo seccionado en 21 pedazos. De forma similar, el planeta ha repetido el proceso con cuerpos que pudieron haber ingresado al interior del sistema solar.
¿Y si Júpiter desapareciese?
En primer lugar, si Júpiter nunca hubiese existido tal vez la vida no se hubiese generado en nuestro sistema solar. El conjunto específico de condiciones para la vida tal como la conocemos se dieron en relación a la específica formación de nuestro sistema solar y Júpiter tuvo un rol protagónico (según demuestran los estudios mencionados) en ese ordenamiento.
Ahora, si este planeta desapareciese no hay garantías exactas para la Tierra. Imaginando tal escenario la Tierra quedaría más expuesta a impactos provenientes de cuerpos extrasolares y aunque no hay garantías de que recibiríamos de inmediato algún golpe, lo cierto es que su protección es bastante reconfortante.
Por otra parte, al tratarse de un sistema, cada parte cuenta para el orden existente. En ese sentido, la salida o desaparición de Júpiter podría desencadenar una serie de cambios que serían catastróficos para la Tierra y para el resto de planetas. La ausencia de la influencia gravitacional ejercida por Júpiter podría propiciar que otros cuerpos abandonen o modifiquen ligeramente su órbita.
Un cambio en la posición relativa de la Tierra, por ejemplo, podría ser mortal. Alejarnos del sol, aunque sea ligeramente, podría propiciar temperaturas gélidas en la Tierra, lo cual haría la vida menos factible. El movimiento inverso tampoco sería favorable puesto que un exceso de calor también pondría en jaque a nuestro planeta y la vida que en el habita.
Así se evidencia la gran importancia de Júpiter para nuestro planeta. Principalmente sin él, la Tierra misma no habría tenido su origen en el vasto sistema solar. Adicionalmente, sus dimensiones y posición relativa respecto a la Tierra, favorecen a esta última en tanto que el gigante aporta protección ante los cuerpos extrasolares que puedan dirigirse hacia ella.